Autoras: Lorena Cano Vázquez, Natalia Castuera Flores y Esmeralda Cano Vázquez Máster Meso 2012/2013

"Las lecciones emocionales, incluso los hábitos más profundamente incorporados del corazón, aprendidos en la infancia, pueden transformarse. El aprendizaje emocional dura toda la vida". Daniel Goleman

Desarrollo de I.E


            Daniel Goleman causó impacto en 1995 con su obra Inteligencia Emocional, que ha sido un best seller en diversos países. Este fenómeno social induce a reflexionar sobre las necesidades emocionales que no están satisfechas. A mediados de los años noventa el clima social era apropiado para recibir con los brazos abiertos una obra de esas características. Pero hay unos antecedentes que conviene recordar.

            Conviene insistir en la que la psicología humanista puso un énfasis especial en la emoción. Siendo buenas muestras de ello las obras de Allport (1937), Rogers (1942, 1951, 1961), Maslow (1963, 1982, 1987), Fromm (1986, 1993) etc. También cabe recordar las aportaciones de algunos representantes de la teoría del yo, que evolucionaron del psicoanálisis a posturas que se pueden considerar como humanistas; entre estos últimos cabe destacar a Karen Horney, Harry Snack Sullivan y al mismo Eric Fromm. Todo esto supone un sustrato importante para lo que posteriormente será la inteligencia emocional.

            Un concepto de amplio alcance como la inteligencia emocional no surge por azar. Son muchos los factores antecedentes que propician su eclosión en un momento dado. Entre estos muchos factores, consideramos oportuno recordar las aportaciones de la terapia emocional, es decir, la que se ha centrado en los trastornos emocionales como por ejemplo la psicoterapia racional-emotiva de Ellis, ciertas terapias cognitivas (Beck, Meichenbaum), etc. También las aportaciones de los investigadores de la emoción, que han elaborado lo que conocemos como teorías de la emoción (Plutchik, Izard, Frijda, Buck, Lazarus, etc.). Especial relevancia tienen los recientes descubrimientos en el marco de la neurociencia (Mora, 1996) y del cerebro emocional (LeDoux, 1994, 1996) Todos estos antecedentes remotos van a propiciar el surgimiento de la inteligencia emocional a mediados de los noventa.

            Un antecedente directo es Gardner (1995) que, en su teoría de las inteligencias múltiples, distingue siete inteligencias: musical, cinético-corporal, lógico-matemática, lingüística, espacial, interpersonal e intrapersonal. De ellas, son la inteligencia interpersonal y la intrapersonal las que tienen que ver con la inteligencia emocional. Parece ser que Goleman tuvo de director de tesis doctoral a Gardner, el cual de alguna forma le puso obstáculos para emplear la expresión “inteligencia emocional”, ya que de alguna forma podría contradecir su teoría de las inteligencias múltiples, y en concreto la interpersonal e intrapersonal. Una vez liberado de las restricciones académicas publicó su obra con el título de Inteligencia Emocional.



            Sin embargo, el término de inteligencia emocional no lo crea Goleman, sino que procede de Salovey y Mayer (1990). Según estos autores la inteligencia emocional consiste en la habilidad de manejar los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones. Goleman (1995) recoge este concepto y lo divulga.

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